El agua, en el interior de nuestro cuerpo, actúa como un enorme cepillo de barrer, se lleva todas las impurezas que no sirven y las arrastra hacia el exterior a través de la orina. Es decir, cuanta más cantidad bebamos, más ayudamos a nuestro cuerpo a eliminar toxinas y por consiguiente, nuestra piel estará más resplandeciente.
Beber dos litros al día es lo ideal, sobre todo entre horas. No olvides llevar una botellita en el bolso si estás fuera de casa, pues este sencillo gesto se reflejará muy pronto por dentro y por fuera de tu cuerpo y comprobarás que es una rutina demasiado fácil para dejarla escapar.
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