Conocido como
clavito de olor, esta fantástica especia originaria de
Indonesia es clave en la gastronomía de muchos países, gracias a su aroma fuerte, picante y penetrante.
Desde la antigüedad, se conocía el fantástico poder que de esta especia. En el siglo XV, los árabes lo comercializaban a través del Océano Índico y se cuenta que costaba alrededor de 10 gramos de oro cada kilo de clavos. Posteriormente, se siguió comercializando hacia Europa, por parte de los Portugueses y Holandeses, donde se hizo muy popular.
De sabor dulzón y picante al mismo tiempo, este condimento, comparte las mismas propiedades antisépticas y anestésicas que la canela y la nuez moscada, debido a que todas tienen eugenol, aceite que brinda estas características.
Esta exuberante especia debe ser utilizada en pequeñas cantidades en nuestros alimentos, pues es bastante fuerte y se corre el riesgo de que impregne totalmente el platillo, haciendo que pierda así el sabor original de nuestra preparación.
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